miércoles, 23 de julio de 2008

El silencio de María


Mi prima es dicharachera y habladora, como yo. Desde hace unos meses el País Vasco se ha convertido en su centro de residencia por motivos del destino, del destino de su novio, más bien. La situación hace que en algunos trabajos te favorezca el pasar una temporadita en el País Vasco, como si aquello fuera Iraq, pensaba yo antes. Ahora entiendo por qué premian a los currantes que pasan allí un tiempo. A mi prima nunca le ha costado hacer amigos. Por hablar habla hasta con las paredes, pero ahora no le resulta tan fácil. Ahora no puede llevar una vida normal, sacar al perro y hablar con el resto de propietarios de canes sobre la vida, lo cotidiano, qué hace allí viviendo, qué lugares debería visitar...Pasear al perro se convierte en un juego de cruces de miradas y mentes que se preguntan quién es el de enfrente, por qué está allí y por qué te mira. María no puede ni colgar la ropa de trabajo en el tendedero de la calle, nadie puede ver nada. Se pasa el día controlando: controlando su tono de voz, controlando lo que dice, controlando lo que hace y controlando quién pasa a su lado y quién la mira. Mi prima no está acostumbrada a mirar debajo de un coche antes de cogerlo, ni siquiera a no comentar a sus vecinos en qué trabaja su novio y hacerlo ahora le parace vivir presa.
"NO pasa nada, allí no pasa nada", le decíamos cuando emigró desde Burgos al País Vasco. Y debería ser así, no debería pasar nada, pero pasa. El domingo dos bombas estallaban en lugares turísticos de Cantabria. María había decidido vivir en Cantabria y trabajar en Bilbao, para evitar más problemas, pero parece que muchos pensaron lo mismo que ella.
Soy de las que piensa que el País Vasco es una tierra maravillosa, San Sebastián de las ciudades más bonitas que he visto y que el problema del terrorismo no es extensible a todos. Sin embargo, a pesar de que no todos los vascos son iguales, ellos sí tienen la culpa de que ETA siga. Hasta que la sociedad vasca no plante cara en serio al terrorismo los niñatos de las bombas no desaparecerán. Su rumbo está perdido y alguien debe decirles que ya está bien, que la violencia nunca está justificada,pero al menos antes tenían un objetivo que ahora ya han perdido. ETA da coletazos y me recuerda a una serpiente moribunda que intenta no morir de cualquier modo.
ETA se va debilitando poco a poco y aunque tengamos que seguir aguantando sus coletazos estoy segura de que poco a poco el fruto del esfuerzo llegará. Sin embargo, me da miedo que pequeños pupilos inconscientes y con el coco comido sean los que impidan alcanzar esa cima. Mi prima seguirá en el País Vasco, guardando silencio cada vez que pasee a su perro. Nadie conoce a nadie, nadie sabe nada de nadie, todos son anónimos.

1 comentario:

Maríangelita dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo. Da mucha rabia vivir en un lugar en el que no puedes hablar libremente por lo que pueda pasar. Tal vez no todo el mundo que vive en el Pais Vasco y sus alrededores lo perciba así, pero los que tenemos algo que ver con las Fuerzas y Cuerpos de seguridad, sí lo vivimos de tal manera. Hay muchos días que te olvidas, pero cuando se acercan ciertos temas...volvemos a bajar la voz. Es curioso notar como se han omitido en esta parte del país preguntas cotidianas, normales en la vida de cualquier persona o de cualquier vecino con el que llevas hablando casi tres meses, como "¿cómo es que te has venido a vivir aquí?", "¿en qué trabajas?".
En fin, sólo decirte... Así se habla!!
Un besazo, Aurora María.