Apertura de mentes

A pesar de que los 36 grados de Madrid invitaban a quedarse en el salón de casa con el aire acondicionado a tope, este fin de semana decidí abrir mi mente. Comencé el viernes tarde tomando algo en una maravillosa terraza en el estadio Bernabeu. Culé yo, quien me ha visto y quien me ve, me arriesgué a que me diera un brote de alergia a tanto merengue, pero he de reconocer que el lugar es fantástico, algo más pequeño de lo que imaginé, pero una terracita estupenda para un cocktail.
A la salida del Café Bernabeu puse rumbo al Rock in Río, primer gran festival que piso La marabunta que allí había impactaba, cuanto menos, pero hacía que por mi piel corriera de nuevo sangre de quinceañera loca por ver todo lo que un recinto puede ofrecer. La ciudad del rock de Arganda del Rey ofrece infinitas posibilidades que impiden que uno se aburra. Peluquería, noria, tirolina frente al escenario, moda, pisa de snowboard o patinaje sobre hielo completaban un programa plagado de conciertos para todos los gustos. La incógnita era común a las más de 75.000 personas que allí se congregaban: ¿cantará Amy Winehouse? Pasadas las 9 la multitud se reunió en el escenario mundo, llamado a ser por ser el más grande del mundo, y poco después una ebria, pero con voz, Amy Tabernas hizo su aparición en escena con un sexy vestido y una copa de vino (para hacer honor a su nombre, debía ser, y porque prometió a su padre no meterse crack en unos días por su efisema pulmonar). Los primeros acordes volvieron loco al personal, que coreaba su nombre con la esperanza de que ella dijera unas palabras, pero no hubo suerte, el dios Baco le impidió decir más que "I want to change my shoes". Toda una odisea el cambiarse de zapatos. Tumbos de un lado a otro hasta que al final unas parisinas le salvaron la vida y le permitieron continuar con su repertorio, el cual parecía tener aprendido de memoria y sólo interrumpía para dar largos tragos de su copaza. Así son las estrellas, todo se le perdona, lo mismo da que Emy esté como una cuba y no gane la simpatía del respetable, es Winehouse y eso lo justifica todo. Parece que la Winehouse tiene asumido que va a ser una estrella fugaz del estilo de James Dean, rebledes sin causa que deben morir en el momento preciso para sobrevivirse a ellos mismos. Amy Fugaz cantó una hora y desapareció del escenario igual que llegó. Menos mal que aún quedaban por mostrar su talento Jamiro Quai y Shakira, dos huracanes que hicieron vibrar a todos en un ambiente hippie que permitió ver los conciertos en el césped y sin sandalias, un lujo, después de haber pasado por las fuentes para mojarse de arriba a abajo. Rock in Río es un espectáculo que nadie debe perderse, aunque su precio obliga a muchos a quedarse en casa con el aire acondicionado viéndolo en la 2.
No contenta con el festival, el sábado fue el turno del orgullo gay. Mi pasión por salir por los bares de Chueca me llevó a la plaza de España para ver cómo era el famoso desfile de carrozas de locas. Aquí tengo que dar la razón a Mateitos: debería ser tan normal que nadie tuviera que gritar a voz en grito con quien se acuesta o con quien se levanta. Pero Carlitos, no es normal, no tienen los mismos derechos que tienes tú y por eso alzan la voz. Y qué voces, más bien qué cuerpos!! A grito de "!Viva el rollo bollo!" la tarde-noche se convirtió en un alegato de principios como la laicidad del Estado o la no marginación de gays, lesbianas, transexuales y bisexuales. La fiesta del Orgullo va más allá de una fiesta loca en la que los disfraces hacen parecer carnaval. Las voces de los allí presentes eran de liberación, con algo de rencor, he de reconocer. "!Dientes, que es lo que les jode!", decía la organizadora del evento, la primera lesbiana visible, debe ser que fue la primera que se lo dijo a su padre. No debería ser así, debería ser todo más normal. Si bien no creo que debiera ponerse fin a este evento lúdico-festivo-reivindicativo, porque también se celebra el día del cáncer o del agua.
Para terminar la noche un contrapunto especial, una visita al hipódromo, el último sitio de moda al que acuden las niñas de papá con su aire hippy, pero con el SLK de papá a la puerta y los tickets de copa gratis a rebosar en el bolso de Prada, porque nunca he entendido por qué los pijos pagan menos que los no tan pijos. Me quedo con Chueca, es más real, pero me voy a casa en el BMW de mi amigo, que lo del Party-bus no me apetece hoy, ya he abierto mi mente.