sábado, 12 de julio de 2008

Cantos de sirena


Cuando una decidió ser periodista creía que lo del cuarto poder venía por eso de poder decir y mostrar todo lo que ocurre. Aunque consciente del poder de presión de los medios, uno tira siempre a la utopía de "yo no lo haré". Pero lo es, el canto de sirena seduce. Hoy en clase de producción de reportajes de investigación con Carolina Morales, productora de renombre por su profesionalidad y entrega, he confirmado los cantos de sirena. Lo primero es que España está importando al reportero de renombre que sólo se pone ante la cámara mientras otros hacen el trabajo sucio, un modelo anglosajón que hace que la cara más juvenil de las pantallas de EEUU tenga 120 años. Claro, que viendo esto yo ya no sé si quiero ser reportera o productora. Lidiar con las fuentes, conseguir aquella entrevista, la entrada a una prisión en la que se producen malos tratos, la cita con un pederasta...todo esto me pone, me excita tensar al cuerda, el pensar "no puedo más" y seguir dándolo, porque siempre hay más donde exprimir. No quiero ser un pelele ante una cámara, quiero meter las manos en el cubo del aceite de un taller, quiero encararme a la familia de un detenido, quiero entrevistar a un acusado...sé que no voy a encontrar a Bin Laden, pero mi objetivo va a ser buscarlo, luchar siempre por el mejor reportaje, la mejor idea. Sé que no quedaré tan mona en la cámara que si me dedicara a acicalarme mientras otro me lo pone en bandeja, pero estaré mucho más satisfecha.
Mi segunda reflexión en la clase magistral (a pesar de sólo haber dormido una hora, de nuevo Madrid me llamaba) versaba sobre la suciedad de este pútrido mundo. El periodismo se ha prostituido tanto que priman los intereses de todos menos los de los lectores, espectadores u oyentes. Y cuanto más arriba peor. Buscar la mierda, aprovecharte del pobrecillo. En España proliferan los reportajes completos de cámaras ocultas. Nadie recuerda que esta herramienta la creó el programa sixty minuts de Discovery, donde se utilizaban las cámaras para acceder a lo imposible y conseguir la prueba, no para entrevistar a Paquirrín tomando unas copichuelas y contando lo holgazán que es el cachuli ese que se arrima a su mama. La degeneración ha sido tal que este método se emplea en reportajes completos para todo tipo de personajes y así no son las cosas. Usted ponga una cámara con dos huevos delante de quien quiera y luego, si algo es imposible de demostrar sin la oculta cójala, pero no abuse. Claro, que luego está lo de velar las caras. Si se trata de un pobre inmigrante que no me va a denunciar porque no tiene recursos no se la tapo a pesar de que no ha sido ni juzgado, yo le acuso y a cara descubierta. Sin embargo, si denuncio a un abogado pederasta al que he pillado in fraganti y me quiere trajinar porque cree que tengo 13 años...ahí sí, se la tapo y luego pongo como la poli le detiene que este hombre tiene perras, tiempo y conocimientos legales para empurarme. Qué doble moral, pero ¿a quien denunciamos si lo primero que está patas arriba es nuestro mundo?
Soy de los 80, pero no vivo en los mundos de Yuppi, aunque este post pueda parecerlo. Simplemente hay días en los que me pregunto por qué todo es tan falso, por qué en el mundo del periodismo nos permitimos dar lecciones de moralidad cuando la nuestra es la peor, por qué se confundió periodismo con negocio y la mitad de los periodistas vivimos como putas por rastrojo.

3 comentarios:

José Ángel Sanz dijo...

Decía Woody Allen que el sexo sólo es sucio cuando se hace bien. Yo cambiaría la palabra sexo por la palabra periodismo. Si decides que tu camisa no se merece una mancha por no ir un poco más allá, no sigas. De todos modos, el periodismo de la televisión siempre me pareció el más tentadoramente próximo a la demagogia.

Va el abrazo

Alberto Prieto dijo...

Querida Aurora:
Compruebo que estás guerrera. Bienvenida. Has dicho varias grandes verdades que mucha gente olvida con demasiada frecuencia. El periodismo debe servir para informar sobre temas de cierto interés para la población; para interpretar las actuaciones de nuestros gobernantes -y de la oposición- y denunciar sus desmanes, caso de haberlos; para que dichos análisis ayuden a entender lo que ocurre al ciudadano llano; para dar voz a los que no la tienen; para decir cosas que a veces pueden resultar impopulares o incómodas para nuestros poderes; para entender por qué cientos de personas dejan la vida en la mar buscando un futuro digno para los suyos, y tratar de explicarlo; para hacer entender a la gente que enriquece conocer otras culturas aparentemente muy distantes (y no te salen sarpullidos); para aportar algo en la erradicación de la violencia de todo tipo; para pedir que las leyes se adecuen a la realidad que vivimos, a lo que exige una mayoría de ciudadanos; para contribuir a impedir que los asesinos se rían en las caras de los familiares de las ´personas a quienes mataron a sangre fría; para que vivir en esta sociedad sea un poco menos vergonzante...
Y a menudo esto dista tanto de lo que hacemos...¿Qué nos está pasando? ¿Hemos perdido el juicio?
Si es que a la gente le interesa más cualquier famosillo de medio pelo que las cosas de verdad importantes, vamos mal.
Aurora: mánchate las manos de aceite, pelea por la entrevista hasta lograrla, sácale partido. La satisfacción del periodismo comprometido es impagable (aunque a veces no nos lo valoren).
Un beso fuerte.

Chema Díez dijo...

Cada día tengo más claro lo que es el periodismo, pero a la vez el concepto se me escapa de las manos. Por eso, es una cotradicción en sí mismo. La base está ahí y nadie la va a cambiar, pero creo que cada uno de los que nos dedicamos a esto lo valoramos y lo entendemos de una manera diferente. No soy quien para juzgar a nadie por su trabajo pero hay muchas cosas que no me gustan, pero las respeto. Uno de los problemas puede ser el miedo. Miedo a equivocarte, miedo a no hacer lo que quieres y miedo a escribir con libertad. Ya lo dijo Punxet; la felicidad se basa en la ausencia del miedo. Besos y abrazos.